Recuperar nuestras raíces significa reconectar con nuestras historias, esas que nuestros abuelos nos contaban una y otra vez. Es escuchar con atención, aprender y compartir con las futuras generaciones.
Cuidar nuestras tradiciones implica mantener vivos esos hilos que nos unen, como las recetas secretas de la familia, las celebraciones de festividades o los consejos sabios de nuestros mayores. Es honrar y respetar el legado que nos dejaron.
Mantener nuestras raíces en el tiempo es un acto de amor y responsabilidad. Es asegurarnos de que las historias, las lecciones y los valores que hemos recibido no se pierdan, sino que se transmitan con orgullo a nuestros hijos y nietos.
Cada vez que me siento en una mesa con mi familia alrededor, siento la fuerza de nuestras raíces. Es una conexión que trasciende el tiempo y el espacio, que me recuerda de dónde vengo y hacia dónde voy.